Recordando a los equipos de trabajo a los que pertenecí, identifico que aquellos que tenían más alto desempeño, invariablemente tenía dos ingredientes: motivación y disciplina.

Motivación

No hay forma de tener un equipo motivado si sólo das órdenes a sus miembros y no dejas que participen en las decisiones del proyecto que será su día a día por las próximas semanas o meses o años.

No hay manera de que una persona esté motivada con una fecha de entrega impuesta.

No hay manera que un equipo tenga motivación y logre un alto desempeño si está trabajando con un plan en el que no cree.

No hay manera que una persona esté motivada si es tratada como un “recurso” que se asigna o se desasigna de los proyectos, dependiendo del cliente/usuario que reclama más.

¿Realidad?: Averigua en tus equipos de software a cuántos de tus desarrolladores les motiva realmente el trabajo que hacen, o si sólo lo hacen porque no tienen otra opción (por el momento).

Entoces, ¿Cuál es el rol de la dirección?: Motivar, entrenar, brindar coaching, establecer con mucha claridad el “qué” , permitir que los equipos auto-organizados resuelvan el “cómo” y negociar equilibradamente el “cuándo”.

¿Y la disciplina?

En contextos como los deportes o la múscia, la diferencia entre un profesional y un amateur, es la disciplina. No tengo nada contra ser amateur, pero si le cobras a tu cliente por hacer un trabajo profesional, tienes que tener disciplina, es un aspecto no negociable.

Si te preguntas ¿Cuál es el orígen de la indisciplina en tu equipo?

Sun Tzu respondió hace siglos: «Si el ejército no tiene disciplina, esto quiere decir que el general no es tomado en serio» [Sun Tzu, Hace 2,500 años]

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